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Anatomía del oído

El oído, ese órgano fascinante que nos permite escuchar los sonidos del mundo que nos rodea, es una estructura compleja y delicada. En este artículo, el Dr. Blas Sánchez Reyes, otorrinolaringólogo pediatra, te invita a un viaje por la anatomía del oído.

Dividido en tres partes:

  1. Oído externo: Compuesto por el pabellón auricular y el conducto auditivo externo. El pabellón auricular capta las ondas sonoras y las dirige hacia el conducto auditivo externo, que las lleva hasta el tímpano.
  2. Oído medio: Cavidad llena de aire que contiene la membrana timpánica, los huesecillos (martillo, yunque y estribo) y la trompa de Eustaquio. La membrana timpánica vibra con las ondas sonoras, transmitiendo las vibraciones a los huesecillos. Estos amplifican el sonido y lo transmiten al oído interno. La trompa de Eustaquio conecta el oído medio con la parte posterior de la nariz, permitiendo la igualación de la presión del aire entre ambos espacios.
  3. Oído interno: Compuesto por la cóclea, el vestíbulo y los canales semicirculares. La cóclea es responsable de la audición, mientras que el vestíbulo y los canales semicirculares controlan el equilibrio.

Funciones del oído:

  • Audición: Percibir las ondas sonoras y convertirlas en señales eléctricas que el cerebro interpreta como sonidos.
  • Equilibrio: Detectar la posición y el movimiento de la cabeza, permitiendo mantener el equilibrio corporal.

Un órgano esencial:

El oído es un órgano fundamental para el desarrollo del lenguaje, la comunicación y la interacción social. Es importante cuidarlo y protegerlo de posibles daños, como la exposición a ruidos fuertes o la entrada de objetos extraños en el conducto auditivo.

En caso de presentar problemas auditivos o de equilibrio, es fundamental consultar con un otorrinolaringólogo para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuados.